Hacía diez años que sahara4x4xtrem no viajaba a Mauritania por culpa de la inestabilidad política en el país y la consecuente falta de seguridad derivada. Por fin, en Noviembre de 2017 el país ofrece total seguridad y nos juntamos los suficientes ‘locos’ como para hacer realidad el viaje. En total, 21 personas en 12 coches, tras alguna baja de última hora.
Día 1: Tarifa – Tánger – Marrakech
Como siempre, encuentro en el puerto de Tarifa a las 8 de la mañana. Algunos hemos pasado la noche en Tarifa, así que nos dirigimos todos juntos al puerto donde nos espera el HDJ 80 naranja de Xavi, organizador del viaje. Para muchos repetidores esto supone un reencuentro y para otros son todas caras nuevas, así que una vez hechas las presentaciones, estamos listos para subir al barco. No estamos todos; nos encontraremos con tres coches más ya en Marruecos.
Durante el trayecto en ferry, Xavi nos explica la dinámica del viaje, nos entrega el dossier y el mapa necesario así como algunos regalos extra que formarán parte de la indumentaria oficial del raid. Aclaramos algunas dudas y enseguida estamos en Tánger. Una vez pasados los trámites fronterizos, los cuales últimamente se han agilizado bastante en la frontera de Tánger, estamos listos para salir camino de Marrakech, con las emisoras funcionando, los navegadores listos y las pegatinas puestas.
Tras el viaje por autopista con la habitual parada en las inmediaciones de Kenitra para comer, llegamos a Marrakech en torno a las 19:30, donde nos encontramos con uno de los coches pendientes. Un pequeño contratiempo con unos tornillos perdidos hacen trabajar un poco a nuestro mecánico.
Cenamos y nos tomamos un té en la discoteca del hotel, donde hay música marroquí en directo y buen ambiente. Por suerte, no se nos hace demasiado tarde y nos recogemos a dormir a una hora prudente.
Día 2: Marrakech – Laayoune
Seguimos atravesando Marruecos por autopista. Los kilómetros caen como moscas y quizá no es el mejor paisaje, pero el objetivo es Mauritania y tenemos que avanzar todo lo rápido que podamos. Por detrás, cierra el grupo nuestro mecánico Luis, siempre atento a cualquier despiste en desvíos o peajes. Acabada ya la autopista, paramos a repostar antes de Guelmim y aprovechamos para comer en la misma gasolinera aprovechando las mesas de un restaurante cerrado. Continuamos la ruta pasando por Guelmim y posteriormente Tan Tan. Me llama la atención la cantidad de botellas con ‘un líquido color dorado’ que veo tiradas por las cunetas, señal de que aquí los camioneros no paran ni para ‘eso’.
Va a empezar a anochecer y nos faltan 200 kilómetros para Laayoune (lo que en España conocemos como El Aaiún). Esta noche tenemos acampada, así que sobre las 17:30 empezamos a buscar sitio para acampar. Mientras tanto, nos regalamos una bonita puesta de sol por el Atlántico. Encontramos un buen sitio cerca de la playa donde montamos el campamento.
En esta noche de acampada se empezarán a ver las más que correctas artes culinarias de la tropa. Y como somos de tantos sitios diferentes, la variedad manda.
Tras la cena, la habitual tertulia con té y musiquita. Se nos hace un poco tarde, pero es que estamos a gusto y no vemos la hora de acostarnos.
Día 3: Laayoune – Cap Barbas
Madrugamos y a las 7:30 ya hemos desmontado todo y estamos desayunados y listos continuar la marcha. Aún no lo sabemos, pero hoy va a ser una jornada larga, ya que tenemos que recuperar los 200 kilómetros que nos faltaron ayer.
Al poco de salir veo algo que me llama la atención a mi derecha: una serie de postes delimitan casi un círculo perfecto. Posteriormente y tras revisar los tracks en Google Earth, me doy cuenta que se trata del ‘Agujero del Diablo’; un agujero vertical de circunferencia casi perfecta a escasos metros del mar que a través de una posterior gruta conecta con el mismo mar. Una pena no haber hecho una pequeña parada para la foto de rigor, aunque ya veremos más adelante que incluso ese tiempo nos sería necesario para llegar a destino. Apuntemos coordenadas para una próxima vez: N28° 06.421′ W12° 02.264′
Pasamos Tarfaya, lo que significa que estamos a la altura de Canarias y llegamos a Tah, último pueblo marroquí antes de entrar en Sahara Occidental. Desde la misma carretera, un monumento con alambre de espino labrado que se repite a ambos lados de la calzada indica simbólicamente que estamos atravesando la línea horizontal que delimita el Sahara Occidental, aunque en realidad la línea está una poco más al sur, una vez pasado Tah.
Atravesamos Laayoune cruzando el puente de la Marcha Verde y enseguida la carretera se pega a la costa, dejándonos ver a nuestra derecha el bonito contraste entre el amarillo del desierto y el azul del mar. Estamos a 400 kilómetros de Dakhla cuando paramos a comer en un acantilado con vistas. Tras reemprender la marcha, un cartel nos avisa que estamos a 1.430 kilómetros de Dakar y qué cosas, ahora mismo me parece una distancia asequible. Atravesamos también la línea imaginaria del Trópico de Cáncer, según atestigua un escueto cartel.
Ya se nos ha hecho de noche y aún nos quedan unos cuantos kilómetros, pero llegamos al Cap Barbas todavía a una hora prudente. Son las 20:30 cuando llegamos al hotel tras haber repostado. Hemos sumado 1.020 kilómetros y hemos pasado 15 controles policiales. Por suerte no en todos nos hacen parar, así que no perdemos mucho tiempo. Cuando toca, Xavi entrega a los gendarmes una lista con todos nuestros datos y nos dejan pasar. Aquí nos encontramos con el segundo coche pendiente y ya tendremos la expedición completa, ya que el tercer coche que nos faltaba está de vuelta para España por problemas electrónicos.
Día 4: Cap Barbas – Frontera – Desierto
Salimos a las 7:30 para llegar pronto a la frontera marroquí. Al llegar, ya hay una fila interminable de camiones así que, ni cortos ni perezosos, nos la saltamos. Xavi habla con los gendarmes para que nos dejen pasar antes a nosotros. Parece que han accedido y sorprendentemente no nos ha costado ‘nada’. Mientras esperamos, me llama la atención la cantidad de coches y camiones con matrícula española que no van conducidos por españoles, precisamente. Parece evidente que serán vendidos en Mauritania o quizá más al sur… Uno de los camiones transporta en su remolque otro camión encima y una grúa; y sobre la grúa, una furgoneta. Hay que aprovechar bien el viaje…
Pasado el trámite marroquí, entramos en tierra de nadie. A lo lejos vemos el famoso puesto fronterizo PK-55 mauritano, pero antes atravesamos lo que parece la verdadera frontera entre Marruecos y Mauritania. La carretera asfaltada acaba en una pista muy rota, ancha y poco marcada. A los lados, restos de coches que no lograron pasar y se convirtieron en chatarra tras aprovechar todos sus recambios. Un Nissan Patrol de la ONU nos vigila desde lo alto. Más allá de la pista se supone que es terreno minado. Llegamos al PK-55 donde nos encontramos nuestro contacto local que nos ayudará en las gestiones y que nos ha conseguido ya el seguro a terceros necesario para circular en Mauritania y moneda local. Los trámites van tan bien que incluso nos libramos de la exhaustiva inspección a nuestros coches; y a las 12:30 ya estamos listos y en tierra mauritana.
Me parece insólito que en apenas unos kilómetros un país cambie tanto con respecto al otro en lo que a paisaje se refiere (ya veremos como las costumbres y las gentes también difieren). Pasamos del duro Marruecos a una Mauritana arenosa y blanda. Nos cruzamos con un camión Pegaso, de los que hay unos cuantos en Mauritania. Alegra ver todavía vivos a esos iconos de la ingeniería española. Unos pocos kilómetros de carretera hasta que la abandonamos a la altura de Bon Lanuar para buscar la pista paralela al mítico tren que transporta mineral de hierro a Nouadhibou, único tren en Mauritania y el más largo del mundo. Iremos siempre con rumbo Este, con la vía del tren como referencia, por una pista poco definida de arena.
Llevamos buen ritmo y alguno tiene que parar de vez en cuando para vigilar la temperatura del motor. Comemos en ruta y, como aquí ya hace calor de verdad, me refugio utilizando el portón de mi coche como sombra. Poco después de comer, ya nos toca buscar sitio para acampar y encontramos uno bueno al pie de una pequeña duna. Se hace de noche y esperamos el frío del desierto, pero no se presenta. Estamos en pantalón y manga corta y todavía hace calor. Hay tiempo para reparaciones: Un bomba de embrague de HDJ 80 que ha perdido el líquido, una excéntrica de una rueda de un Mitsubishi y unos silentblocks que deben ser vigilados en otro HDJ 80; así que nuestro mecánico Luis se emplea a fondo. Después de cenar, escuchamos el tren y podemos ver sus luces bajo una inmensa luna llena. Ya acostados, todavía volveríamos a escucharlo dos o tres veces más.
Día 5: Desierto – Chinguetti
Un poco antes de las 7 de la mañana tocan diana. Recogemos el campamento y desayunamos. Mientras tanto, aparece un Toyota con un gendarme que se preocupa en saber de dónde venimos y a dónde vamos, ofreciendo su ayuda si fuese necesaria. A las 8 estamos en marcha. Seguimos paralelos al tren, el cual conseguimos ver hoy. Nos quedamos un buen rato viéndolo pasar, tiempo durante el que contamos más de 100 vagones. Aún así, éste no es de los largos, según comentan los repetidores.
Reanudamos y al poco nos avisan por radio desde la cola del grupo que unos gendarmes han dado el alto anunciando que los de delante nos hemos pasado el control. Xavi tiene que dar media vuelta para entregar una lista y el resto reanudamos. Al rato nos paran más adelante y tenemos que esperar a que vuelva Xavi con sus listas. La comunicación con los gendarmes en francés es fluída. Mientras esperamos, obsequiamos a los guardias con un par de cinturones. El gesto les agrada tanto que nos dejan continuar la marcha.
Llega el momento de reagrupar en un waypoint concreto en el que cambiaremos el rumbo y hacer uno de los clásicos ‘birra-time’. Además, será momento de repostar para aquellos que tienen menos depósito y han necesitado de jerry-cans. Aparecen unos jovenzuelos de un poblado cercano que quedan contentos tras recibir ropa de algunos miembros de la expedición. Seguimos vigilando la temperatura de los coches.
Arrancamos rumbo Norte para conocer los monolitos de Ben Amira y Aisha. Impresionante ver tal masa de piedra sólida en mitad de la nada que ha sido suavizada por acción del viento y la arena. Jugamos a encontrar los múltiples grabados que alberga el primero de ellos y reanudamos la marcha. Al recuperar la pista del tren, nos metemos en un pequeño berenjenal en forma de dunas blandas. Conseguimos salir bien pero perdiendo algo de tiempo y paramos a comer repartiéndonos por varias acacias que ofrecen algo de sombra.
Poco después de comer reagrupamos para coger rumbo Sur buscando la pista que llega a Atar. Vamos fuera de pista, siguiendo rumbo, pero por terreno sin complicaciones… salvo una duna tonta que requiere un tirón de eslinga. Continuamos y vemos que la excéntrica defectuosa del Mitsubishi sigue dando problemas, lo que obliga al coche a ir de lado. Yendo por pista no habrá problema, pero habrá que vigilar en asfalto.
Y por asfalto llegamos a Atar, que será nuestra primera parada en una ciudad grande mauritana. Las calles están plagadas de Mercedes 190; podemos suponer que aquí vienen a morir los Mercedes que anteriormente fueron a morir a Marruecos; y quién sabe si a lo mejor tienen una vida más en Mali. El caos habitual reina en el centro, aderezado por las compras ‘on-line’ que no son otra cosa que comprar en un puesto callejero desde el mismo coche, sin bajarse.
En Atar nos toca repostar, así que lo hacemos y seguimos hacia Chinguetti. Se nos ha hecho de noche y la carretera a Chinguetti ha desaparecido o está en proyecto. De momento es una pista rápida pero polvorienta. Los kilómetros van pesando y la noche cansa. Llegamos al albergue en el que tenemos planeado dormir en Chinguetti. Nos duchamos y nos ponemos cómodos mientras esperamos a la cena: un rico cuscús. Quedamos satisfechos y hacemos tertulia. En lo que a mí respecta, descanso bastante bien en una habitación sencilla.
Día 6: Chinguetti – Desierto
Hoy tendremos una mañana relajada por Chinguetti. Visitamos una de las bibliotecas que tienen manuscritos de hasta el s. XII. Damos una vuelta por el mercado para comprar algunos víveres y descansamos algo en el albergue antes de salir en ruta. Alguno aprovechamos para repostar 20 litros que siempre vienen bien mientras otros se lían con unos huevos con bacon. A las 12:30 salimos por el oued que divide Chinguetti en la parte vieja y la nueva y nos cruzamos con unas chicas locales bastante simpáticas. Este es el cambio de actitud que se aprecia con respecto al mundo más puramente árabe y reservado de Marruecos. Aquí las gentes son más alegres, se dejan ver y hacen por ser vistas.
Seguimos por el río y en breve vemos un mar de dunas por delante. Desde este punto de la ruta estaremos siempre buscando rumbo Sur. Como somos ‘especialistas en dunas’ (según reza la pegatina de Sahara4x4Xtrem), decidimos entrar a dar una vuelta por la arena. Después de explorar las primeras dunas pequeñas vemos que el paisaje no cambia y que toda la diversión tendrá que ser por esas pequeñas dunas ratoneras plagadas de hierba de camello. Por delante, hay alguna dificultad a la hora de abrir paso y hay que echar mano en alguna ocasión de una eslinga. Por detrás, vamos como podemos por ‘lo trillao’. Yo me quedo atascado en una duna blanda y tonta, pero lo salvo utilizando los tres bloqueos del coche.
Llevamos menos de 30 kilómetros cuando un HDJ 80 se calienta debido a una fuga de agua. Seguimos avanzando tras rellenar pero una vez más sigue perdiendo; y esta vez parece que no sirve sólo con rellenar; ya que todo el refrigerante que se le echa, se escapa de inmediato hasta el suelo. Xavi vuelve en su búsqueda mientras la cabeza se para y el resto avanzamos para reagruparnos. El sitio donde hemos parado a esperar los de delante es bueno, así que ahí mismo acamparemos.
Sin radiador, atacamos el problema por dos frentes: por un lado, buscar en Atar un radiador ‘nuevo’. Mientras tanto, nuestro mecánico desmontará el radiador averiado para intentar darle solución. Y así pasamos la tarde, con Luis saneando el radiador averiado. Una primera reparación con soldadura de aluminio parece que no es suficiente; y hay que volver a sanear y reparar con masillas. Cuando el radiador está casi listo, Xavi llama por el teléfono satélite para decir que han encontrado un radiador, pero que tiene muy mala pinta, es caro y además no dejan probarlo; lo cual no ofrece confianza ninguna, por lo que es descartado. El radiador averiado tiene que ser reparado sí o sí; y Luis está más que confiado en que la reparación será fructífera.
Por suerte para Luis, tenemos algún mecánico jubilado en el grupo que le sirve de bastante ayuda desmontando y montando el radiador. El resto, ayudamos como pudimos, ya sea sujetando una linterna, aguantando un tornillo o cazando un alacrán, que también los había. Cuando el radiador está casi montado, aparecen los ‘exploradores’ que fueron a buscar el radiador finalmente desestimado. Todo está listo, pero habrá que esperar un poco más a que las masillas fragüen para rellenar de líquido el radiador.
Hoy hace una noche espléndida. Menos calor que en la acampada anterior, pero sin llegar a hacer frío.
Día 7: Desierto – Tidjikja
Con el radiador listo, salimos sobre las 8 de la mañana. Abandonamos las dunas y seguimos por pista dura. Sorprende la diferencia de terrenos que ofrece un mismo país. A medio día hacemos parada obligada por otro fallo mecánico: Otro HDJ 80 ha perdido líquido de la dirección. En un primer momento la avería parece grave así que planteamos comer para agilizar después la marcha; pero Luis, nuestro mecánico, tasa la reparación en media hora. Se cambia un manguito de la dirección por un tramo nuevo y listo. Mientras tanto, nos caen algunas gotas de lluvia, cosa que no esperábamos.
El paisaje cambia levemente. Las llanuras han dado paso a un conjunto de dunas entre pedregales. Al final del tramo off road del día hacemos una subida un tanto peliaguda de arena para salir a carretera. Completamos la etapa por carretera y llegamos ya de noche a Tidjikja, donde nos reciben de la mejor manera posible en el albergue Le Phare du Désert, con la familia ofreciéndonos té, dátiles y cacahuetes horneados. Cenamos bien y no tardamos mucho en irnos a dormir. De camas andan algo justos, así que algunos acampamos. Yo me hice refugio al lado de mi coche y puedo decir que pasé una de las mejores noches del viaje.
Día 8: Tidjikja – Paso de Nega – Kiffa
Salimos a las 8 de la mañana. El paisaje ahora esa de pura sabana; tanto que casi se echa de menos la silueta de alguna jirafa en el horizonte. De momento los únicos animales que hemos visto son los camellos, cabras y burros habituales por estas latitudes y, como novedad, los cebúes típicos africanos. Al poco, nos toca improvisar ya que, o hemos perdido la pista o la pista se ha perdido… tiramos a rumbo hasta que damos con pista válida, llegado posteriormente a una zona muy divertida de arena y oued seco entre acacias.
En un momento dado un compañero pierde la pista y ejecuta un giro de 90º, perdiendo totalmente el rumbo. Tenemos contacto por emisora en todo momento pero no sabemos dónde están. Luis viene siempre cerrando el grupo, así que le toca la labor de búsqueda y rescate. Coordinando por emisora, al final se encuentran y consiguen reagrupar. Mientras tanto, el resto hemos llegado al guelta el-Khedia donde esperábamos ver unos cocodrilos que se mantienen muy bien escondidos.
En nuestra pausa, aparece un gendarme que, después de saludarnos amablemente nos invita a seguirle para ir a rendir cuentas al puesto de Gendarmería más cercano. Ya con Xavi, el trámite se agiliza entregando una de las famosas listas; así que pronto salimos de allí para volver al guelta a hacer un descanso en condiciones. O esa era la intención, porque mi coche no arranca… el rápido diagnóstico de Luis es claro: tengo un mal contacto en el negativo de la batería principal que Luis arregla con una tira de aluminio de una lata de refresco. Olé.
Después de comer nuestro objetivo es encontrar el paso de Nega, mítico del Dakar; aunque nosotros lo haremos en el sentido ‘fácil’. La verdad es que impresiona por lo bonito y la sorpresa que supone el cambio del paisaje en apenas unos metros. Venimos de una llanura seca y dura y, tras localizar el paso entre dos promontorios, aparecemos en la ladera de una duna plagada de vegetación. Bajar se nos da bien, pero cuando llegamos al llano (que sigue siendo entre dunas) nos complicamos un poco. Viendo el percal, decidimos bajar presiones, porque la cosa se pone seria.
Con más o menos dificultades vamos superando cada uno de los pasos entre dunas, haciendo necesario algún tirón de eslinga. Salimos de ese laberinto de dunas y paramos a subir presiones mientras empieza anochecer. Estamos a mitad de etapa y aún nos quedan unos 120 kilómetros hasta destino, la mayoría por pista. Votamos si parar ahí y acampar y reajustar al día siguiente, pero finalmente decidimos seguir y cumplir con la etapa marcada.
Se hace de noche y nos toca tragar polvo; así que la visibilidad es muy reducida. Mantenemos distancia de seguridad suficiente y tenemos comunicación por radio, así que eso no supone peligro; pero nos estamos perdiendo un bonito paisaje.
Llegamos a Kiffa a las 11 de la noche, lo que supone que hemos tardado 4 horas en cubrir 120 kilómetros… el hotel que tenemos es un claro ejemplo de lo que pudo ser Mauritania en el pasado y lo decadente que es en la actualidad. Un complejo cuyas habitaciones se distribuyen en forma de pequeños apartamentos que hoy día se ve que no es lo que era. Hoy se nota el cansancio, porque tenemos algunas bajas en la cena. El resto, no tardamos mucho en irnos a dormir.
Día 9: Kifa – Selibaby
Tercer y último día siguiendo rumbo Sur. Salimos a las 8:50 de la mañana atravesando toda la ciudad. Kifa es la típica ciudad caótica africana, con mucho tráfico en una calle principal recta a lo largo de la cual se apelotonan infinidad de tiendas que prácticamente no se sabe de qué son hasta que estás prácticamente dentro. De camino, llenamos depósitos y limpiamos los filtros.
Viajamos por carretera y me sorprende el paisaje a ambos lados de la calzada. Pasamos carteles que anuncian la entrada a un pueblo pero no veo tal pueblo, cuando me doy cuenta de que el pueblo lo componen varias tiendas rectangulares, sin paredes, que supongo que utilizan varias familias para dormir. Alrededor, los animales de los que son dueños.
Llegamos a Kankossa teniendo paralelo a nuestra derecha el río Karakoro donde cogemos pista. Sorteamos el río y rápidamente aparecemos en medio de grandes llanuras de pastos con abundantes acacias. Paisaje de puro Sahel. Atravesamos un pueblo por el que toca callejear y en esas maniobras noto que mi dirección está dura. Enseguida paramos a comer y comento el problema. Entre Luis y Xavi detectan la avería: un manguito de dirección había sido reparado con anterioridad utilizando un codo; y en una de las uniones ha aparecido una raja. Habrá que cambiar las dos secciones unidas por un manguito nuevo.
Mientras tanto, el resto del grupo está comiendo cuando aparece un gendarme. Parece ser que nos hemos saltado un control; o más bien, nos acabamos de enterar que en cada pueblo que pasemos tendremos que buscar el puesto de la Gendarmería para dar acuse de nuestro paso. Estamos cerca de Mali y el gendarme considera que es peligroso andar por aquí ‘perdidos’, así que se ofrece para acompañarnos hasta el siguiente pueblo. La verdad es que mirando a posteriori el track hecho, en algún momento hemos circulado a escasos 10 metros de la frontera.
Nos desharemos de la compañía de la Gendarmería justo cuando ya cambiamos el rumbo hacia el Oeste, buscando Selibaby; una vez más, circulando por la típica sabana africana, donde ahora, como novedad, aparecen infinidad de termiteros. Tendremos que afinar bien buscando dónde acampar, para evitar las terminas y las posibles garrapatas que pueda haber, ya que vemos que es zona ganadera. Encontramos un buen llano amplio y con el suelo libre de vegetación y cubierto por un fina capa de grava, lo que nos asegura cierta limpieza.
Asistimos a un bonito atardecer africano mientras montamos todo el campamento. También habrá tiempo para que Luis suelde la excéntrica del Mitsubishi solucionando definitivamente el problema.
Día 10: Selibaby – Kaedi
Salimos a las 8:30 y llegamos enseguida al caos de Selibaby. Un guardia no sale al paso, preocupado porque nos estaban esperando. De hecho, nos dice que la noche anterior estuvieron buscándonos hasta la medianoche. Seguiremos el camino con su escolta.
En este momento estamos más o menos lo más al sur que estaremos durante toda la ruta; y para alguno como yo, será lo más cerca del ecuador que ha estado nunca. A partir de aquí, la ruta irá buscando el Norte, pero antes seguiremos rumbo Oeste para conocer la playa.
Ahora, revisando mis notas para escribir estas palabras, tengo apuntado que “la gente sonríe cuando saluda”. Y es algo que me llamó la atención porque estamos en África, en un sitio abandonado de las prisas de nuestro mundo, viendo con nuestros ojos de turistas una vida dura… y nunca falta una sonrisa de vuelta. Tenemos mucho que aprender de ese gesto.
A media mañana un error de navegación eligiendo mal una bifurcación hace que nos adelantemos 7 kilómetros al grupo principal, que ha parado para visitar un típico poblado de chozas. Recibimos coordenadas exactas por radio y recuperamos terreno para llegar a su encuentro. Vamos un poco justos de tiempo, pero con el suficiente para poder visitar un poco el poblado y ver que, ante todo, reina el orden y la limpieza.
Continuamos y paramos a comer. Hace muchísimo calor, así que nos repartimos por las acacias que encontramos para aprovechar su sombra. Es una parada rápida para no perder mucho tiempo, así que no montamos ningún tipo de toldo. Emprendemos la marcha y ya por la tarde, llegando a Kaedi, tenemos otro regalo para la vista. El río Senegal empieza a verse a nuestra izquierda rematando lo idílico de la imagen una bonita puesta de sol. Tenemos que parar tras un pequeño contratiempo. Xavi, que lidera el grupo, ha entrado en un vadeo de fango corto de velocidad; lo que lo hace parar. Tocará unir tres eslingas para poder tirar de él. El segundo intento, ya con velocidad, logra sus frutos. El resto nos libraremos del vadeo, ya que hemos descubierto la pequeña bifurcación que evita el agua.
Llegamos a Kaedi y un percance con unos niños acaba con una ventanilla rota. Tras dar parte a la autoridad, una patrulla de policía vendrá a escoltarnos, y así, de esa guisa tan ilustre entramos en Kaedi. Nuestro especial compañero se quedará con nosotros a dormir en el hotel, procurándonos compañía en todo momento. Y digo ‘compañia’ y no seguridad porque en ningún momento nos sentimos inseguros.
Día 11: Kaedi
Hoy dejamos el disfraz de aventureros y nos ponemos el de turistas porque pasaremos el día conociendo Kaedi. Por la mañana, se improvisa una ruta por el mercado local y la ciudad en sí. Yo prefiero acompañar a Xavi en busca de intendencia. Necesitamos arreglar algún pinchazo, una batería y recargas de móvil. Ésto último me lo encarga Xavi y me veo en la obligación de inventar la palabra francesa “rechargué” para ello. No pasa nada, entre risas, nos entendemos. Este paseo con Xavi me parece suficiente experiencia cultural. Mientras tanto, el resto del grupo ha hecho sus visitas y sus compras, acompañados en todo momento con el gendarme que ahora prácticamente hace de guía.
Volvemos a medio día. El calor es sofocante, pero se aguanta a la sombra; más aún si uno puede tumbarse de espaldas al fresco de un suelo de azulejo. Llega la hora de comer pescado con arroz cocinado con un toque picante exquisito. Por la tarde, visitaremos el río Senegal, donde un cayuco típico nos dará una vuelta. Nos quedamos a escasos metros de la otra orilla, que ya es Senegal y veremos la presa que regula las crecidas del río Gorgol antes de unirse al Senegal. A destacar las pintas de guiris que llevamos embadurnados en repelente de mosquitos, por aquello de la malaria…
Ya de vuelta, toca la cena, porque no perdonamos ni una. Esta vez unos riquísimos pinchos morunos (o más bien mauritanos) de cordero y de ternera. Simplemente espectaculares.
Día 12: Kaedi – Nouakchott
A la salida de Kaedi nos despedimos de nuestra escolta con una sonora pitada. Cualquiera diría que ellos se han divertido tanto como nosotros durante estos días. Hoy será un día tranquilo de carretera, parando en los correspondientes controles. Pasamos por Aleg y dejamos el lago del mismo nombre a la derecha, lo que supone la despedida del Sahel y la reentrada en el Sahara.
Paramos a comer en un hotel de Boutilimit donde conocemos a una tortuga que parece que tienen de mascota. Por suerte, para llegar al hotel cogimos una circunvalación que nos ahorraría el paso por el pueblo. Reanudamos marcha y enseguida estamos en la periferia de Nouakchott, la capital de Mauritania, con todo su caos asociado. Cuesta entrar a la ciudad pero una vez dentro, sorprendentemente el tráfico parece más civilizado que en las inmediaciones. Aprovechamos el paso por la ciudad para repostar.
Nuestro hotel está a las afueras de la ciudad y cerca de la playa. Parece sencillo por fuera pero la habitación me resulta bastante acogedora. Compartimos hotel con unos militares españoles que, según contaron, se encontraban impartiendo formación a sus homólogos mauritanos. Tenemos tiempo de sobra para la ducha y el ‘descanso’ (también llamado Wi-Fi) antes de la cena. Después, tomaremos un té en la terraza del hotel, con vistas a la ciudad. De noche parece otra cosa ya que sin luz, cualquiera diría que estamos en una ciudad europea, más aún cuando se ven coches ‘normales’ e incluso alguno de alta gama. ¿Dónde quedaron aquellos Mercedes 190 arreglados a martillos? Bueno, también están por aquí…
Día 13: Nouakchott – Playa – Parque Nacional Banc D’Arguin.
Salimos del hotel a las 9 de la mañana directos a la playa. Estamos muy cerca de ésta, así que no tardamos nada. Hemos cuadrado horarios con la bajamar, así que tenemos kilómetros de playa para nosotros sólos. Bajamos presiones y… ¡al agua, patos! En realidad evitaremos el agua e iremos siempre por la zona de arena dura. Apreciamos que esto no es como playa blanca ya que más o menos cada 70 metros la arena hace una especie de badén que hace complicado superar los 60 km/h.
Con un mar en calma, una arena blanca y limpia y algunos cayucos y pescadores con los que nos cruzamos, el paisaje es encantador. Tuvimos algún problema al sortear los mencionados cayucos por la parte blanda de la arena aunque nada que nos hiciese perder más de cinco minutos. Aprovechamos una de las paradas a las que nos obliga el sorteo de los cayucos para comprar pescado fresco, que será nuestra cena del día.
Aproximadamente los dos tercios de la etapa de hoy son por la playa y el resto, ya en el Parque Nacional Banc D’Arguin, discurrirán por pistas más hacia el interior. A medio camino de la zona de playa paramos a hacer un pequeño descanso y los y las valientes se atreven a meterse en el agua. La verdad es que la calma del agua y su sorprendente cálida temperatura invitaban a ello. Quién diría que en pleno Noviembre me iba a hacer falta un bañador…
Después de esta pausa el terreno mejora y podemos aumentar la velocidad. Seguimos por la orilla, pero ahora vamos a unos 80 km/h. Según reviso en el tracklog del GPS, incluso marqué una máxima de 110. Después de eso, toca salir de la orilla por una especie de duna, que nos dió alguna que otra dificultad al ser muy blanda, para entrar ya al Parque Nacional D’Arguin.
Es ya la hora de comer cuando paramos y se nos acerca un guarda a cobrar la correspondiente entrada al parque, todo legal, eso sí. Después de comer aún tendremos tiempo de jugar a ‘carreritas’ por unas pistas muy rápidas que invitan a marcar máximas de incluso 120 km/h.
El grupo se divide en dos y uno de ellos pierde rumbo, así que tocará recuperar hacia atrás hasta ver la bifurcación que indujo a error. En medio de la confusión, Xavi pincha. Mientras algunos se reagrupan con Xavi, el resto estamos parados en los que es un buen sitio para acampar; así que nos ponemos a ello. Con todo montado, se prepara la cena, se pone música, se mezclan bebidas… y se hace algo de mecánica, por supuesto. Esta vez toca un poco de electricidad. No hace falta hacer mucho hincapié en lo rico que sabe un pescado así a la parrilla. No sé si es la materia prima, el cariño al prepararlo, lo bien cocinado, el encanto del sitio o la buena compañía, pero mucho mejor. Finalizamos la noche con la habitual tertulia y poco a poco vamos cayendo por nuestras tiendas de campaña.
Toda la etapa ha transcurrido de Sur a Norte; así que cuidado, esto significa que ya estamos volviendo…
Día 14: Parque Nacional Banc D’Arguin – Nouadhibou
Sobre las 7 de la mañana tocan diana al ritmo de “África” de Ismaël Lô; con tiempo para desayunar y recoger el campamento sin agobios. Salimos sobre las 8:30 y nos separamos. Xavi tiene que volver al lugar donde arregló su rueda pinchada porque ha olvidado la sujección de la rueda de repuesto. Nos encontraremos con él en Cap Tafarit y, casi como si estuviese programado, cuando estamos cerca no contacta Xavi por radio comunicando que nos ve; así que todo va según lo previsto… pero enseguida escuchamos al mismo Xavi pronunciar las palabras malditas: “tengo un ruido”.
Una vez reagrupados, sabremos que es problema de la estabilizadora delantera, rota. Gracias a la organización, venimos preparados incluso con equipo para soldar, así que esa será la manera de acometer el problema. Cada uno aporta lo que puede aunque yo debo decir que aporté mi ausencia. Por alguna extraña razón, caí en manos de Morfeo y quedé dormido dentro del coche. Mis disculpas a los compañeros…
Una vez reparada la estabilizadora, emprendemos de nuevo la marcha. Vamos prácticamente a rumbo, ya que no hay pista marcada, como mucho, alguna rodera. El paisaje es precioso. Un cielo azul contrasta con un terreno de tenue dorado que resulta ser traicionero. Una capa superficial de arena fina hace que tengamos que vigilar una vez más la temperatura del motor.
A mitad de etapa tenemos la posibilidad de salir de la pista para buscar la carretera RN2 que nos llevará directos a Nouadhibou. Nos dividimos más o menos por la mitad. Los más ‘machacas’ seguirán por pista y los cansados por carretera. El cansancio y un terrible dolor de cabeza me invitan a elegir carretera…
Al poco de coger la carretera, conseguimos una buena sombra de acacia donde comer tranquilamente. Tras la liturgia diaria, volvemos al asfalto y prácticamente en recto llegamos a Bou Lanouar por donde ya pasamos a la ida, y cerramos así el bucle que hemos hecho por el país. Desde aquí, llegamos a Nouadhibou sin pérdida alguna, ya que la ciudad es el único destino posible en una península que comparten Mauritania y Marruecos (Sahara Occidental). Eso sí, nos toca callejear un poco hasta que ubicamos el hotel. Durante esa pequeña visita turística, me llama la atención una enorme explotación china de pescado.
Llegamos al hotel a las 18h, con tiempo para descansar antes de irnos a cenar a un restaurante español cercano. Compartimos la tertulia de la cena con el joven hijo de los dueños que nos cuenta de primera mano cómo funciona el país y la ciudad. Después de tomar alguna copa de postre, un paseo de diez minutos me devuelve al hotel… y a esas horas de la noche, y ante la sorpresa del guarda del hotel, recuerdo que tengo que inflar las ruedas, que aún llevaba con presiones de pista. Tras ello, me dirijo a mi habitación, no sin antes recibir la oferta del recepcionista de ¡comprar una raqueta! Aún me estoy preguntando qué clase de ritual era ese…
Día 15: Nouadhibou – Frontera – Dakhla
Salimos a las 8:30 de la mañana. Repostamos y pronto llegamos a la frontera. De camino, hemos vuelto a ver el famoso tren del mineral de hierro, que tiene su estación de descarga en Nouadhibou. En la frontera nos encontramos con nuestro contacto que ahora nos agilizará los trámites de salida.
Nuestra aventura en Mauritania ha finalizado cargados de buenos recuerdos cuando a las 12:30 ya estamos en Marruecos. Una pequeña parada en Cap Barbas a recoger material que dejamos en nuestro viaje de bajada y repostaje. Estamos en plena operación retorno, así que las etapas que nos quedan serán de asfalto.
Llegamos sin problemas a Dakhla, que es algo así como la Tarifa marroquí. Nuestro hotel está situado a pie de mar, con unas preciosas vistas. Cenamos en la terraza un estupendo buffet rematado por una parrilla de pescado y pollo espectacular.
Día 16: Dakhla – Tan Tan
Volvemos a las etapas maratonianas de asfalto. Hoy serán 850 kilómetros, pero es lo que toca cuando se va tan al sur. Salimos de Dakhla, donde Luis, nuestro mecánico, se queda con un compañero para intentar buscar un termostato.
Todo parece que va bien, hasta que a los 50 kilómetros de Dakhla, tras adelantar a un camión, noto que mi coche no va bien. El motor sube de vueltas, pero el coche no desarrolla velocidad, signo inequívoco de que me he quedado sin embrague, hecho que se confirmará con el olor al parar y salir del coche. Xavi me da un disco de embrague y vuelvo a Dakhla donde está Luis y que para cuando llego ya tiene localizado un taller donde realizarán el trabajo de sustitución.
Tardé una hora en hacer los 50 kilómetros de vuelta, sin poder pasar de apenas 2.000 vueltas, y con el coche desarrollando cada vez menos velocidad a medida que el embrague perdía el poco ferodo que le restaba. Con comunicación constante con Luis, quedamos en una gasolinera, momento exacto en el que el embrague murió definitivamente. Desde allí, tendría que remolcarlo hasta el taller descubierto.
Y allí, en medio de la calle y con medios justos, el disco fué sustituído por el recambio de Xavi en cuatro horas, tiempo en el que pudimos disfrutar de una placentera comida en la terraza de un restaurante con vistas al mar.
Con todo hecho, a las 16h salimos de nuevo de Dakhla, con 850 kilómetros por delante. Pronto se hizo de noche, con el cuidado que ello requiere. Puedo decir que incluso se me hizo corto el trayecto después de la tensión de conducir lidiando contra las luces largas de los vehículos en sentido contrario y los camiones con los que nos cruzábamos. Un susto con uno de ellos me dejó de recuerdo un ‘chinazo’ en el parabrisas.
Por fin, llegamos a la 1 de la madrugada al hotel, un fuerte a las afueras de Tan Tan. Nos habían dejado la cena en la habitación así que por lo menos podemos disfrutar de un momento de tranquilidad antes de irnos a dormir. Al día siguiente, tenemos una larga jornada que nos obligará a madrugar.
Día 17: Tan Tan – Asilah
Desayunamos y salimos a las 7:40 de la mañana. Para la vuelta, Xavi lo ha organizado de manera diferente. En lugar de ir todos juntos, ha hecho pequeños grupos para hacer una salida escalonada. Así no perdemos tiempo esperándonos en las ciudades de paso o a las salidas de los peajes, ya que la etapa es larga (más de 1.000 kilómetros). Yo salgo en el último grupo.
Antes de comer ya hemos tenido tiempo de tener que reparar otra fuga en el circuito de la dirección y de que nos caiga alguna multa por exceso de velocidad de recuerdo. Paramos a comer algo rápido a la altura de Marrakech, en un área de servicio de la autopista.
Ya empieza a ser de noche y nos vemos metidos de lleno en un atasco en las inmediaciones de Casablanca que sorteamos como podemos. Por fín, llegamos al último tramo de autopista que nos queda, dirección Tánger y cuando nos quedan apenas 50 kilómetros para llegar a Asilah, un fuerte olor a gasoil proveniente del coche de Xavi nos obliga a parar y vemos que el causante es uno de los tubos del circuito de inyección, roto por las vibraciones. Se sanea la instalación enrutando el gasoil sobrante hacia el suelo con un macarrón para evitar un posible incendio y continuamos la marcha, ahora con un HDJ 80 funcionando a 5 cilindros.
Llegamos a Asilah, directos al restaurante donde tendremos nuestra cena de despedida sin pasar por el hotel; así que allí mismo nos aseamos. Disfrutamos de una deliciosa cena a base de marisco y pescado y compartimos las impresiones de toda la aventura. Ya con los ‘postres’ acabamos incluso cantando, síntoma del buen ambiente que reinó durante toda la aventura.
Al final, se nos hizo un poco tarde así que preferí tomarme la vuelta con calma. Los últimos rezagados abandonamos Marruecos en el ferry de las 14h, llegando a Tarifa a las 16h. Desde Tarifa, con los depósitos llenos y habiendo comprado pipas para el camino, mi cuerpo llegó a casa sobre las 23:30 de la noche; aunque mi cabeza y mi corazón, una vez más, se quedaron más al sur…
Este viaje se realizó del 1 al 18 de Noviembre del 2017 con los siguientes participantes:
- Xavi, capo de Sahara4x4Xtrem, encabezando el grupo en Toyota HDJ 80 y acompañado por Yolanda, una aventurera nata y gran compañera.
- Luis y ‘Carranquita’ en Mitsubishi Montero. Mecánico de coches el primero y mecánico de chistes el segundo.
- Sabin y Juanjo, grandes conocedores de la gastronomía y proveedores de vino de bota, también sobre un Mitsubishi Montero.
- Carlos y Miguel Ángel, que también le daban bien a los fogones cuando tocaba cocinar, con un HDJ 80.
- Jordi, buen compañero al que ya conocía de otra aventura con Sahara4x4Xtrem, esta vez con un KDJ 120.
- Paco Trueba, que no piensa jubilarse nunca de su profesión: ser joven, con un HDJ 80.
- Joan y Lluis, tan prudentes como animados; siempre dispuestos sobre un HDJ 80.
- Paco de la Chica y Toñy, envidiable matrimonio aventurero de fronteras infinitas, con el HDJ 80 ‘chalet’.
- Miguel Óscar y ‘Bufy’, incansables sobre un también incansable KZJ 95.
- José y Marga, matrimonio castellano bien curtido en tierras africanas con su HDJ 100 y que se unieron a nosotros en Marrakech.
- Marcial y Castillo, valiente caballero y fiel escudero, en HDJ 80 y que recogimos en Cap Barbas.
Y quien escribe estas líneas con un HDJ 80.
Quisiera agradecer a todos los compañeros el buen ambiente que reinó durante todos los días, el compañerismo y la sensación de “nos conocemos de siempre” que conseguimos. Guardando el mismo cariño para todos, quiero hacer mención especial a Paco de la Chica por meterle mano a mi 80, Luis y ‘Carranquita’ por el mismo motivo y además por acompañarme y asesorarme con la reparación de mi embrague; y, sobre todo a Xavi, también por ensuciarse las manos con mi coche y por haber hecho posible esta aventura.
¡Gracias!
Nos vemos en la arena, Insha’Allah.
Bonito y útil relato.
Saludos!